Hemos aceptado políticas inaceptables a cambio de dinero en metálico. Ahora sabemos por qué, porque lo necesitan para llenar sus sobres.
Esta política de vender un país a cambio de dinero en metálico se puede acabar.
NO HAY RECUPERACIÓN
Como explica el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz, en «El precio de la desigualdad», cuando los super ricos, ahora como en el 29, tienen el 25% de la riqueza, no hay circulación de bienes ni consumo. Una desigualdad desbocada no solo es injusta sino que también ineficiente para la economía.
La corrupción impide el cambio productivo. Los gobernantes quieren dinero, no producción.
Lo sabemos en nuestra propia carne, que no hay derechos sin un paquete económico que los haga posibles. La economía debe estar imbricada en la democracia.
El sistema actual está planteado para que unas grandes multinacionales, en connivencia con los gobiernos, nos exploten como carne de matadero. Las crisis sirven para esto, para tener mano de obra barata y desesperada para grandes empresas, sin más objetivo que el poder financiero.
Pero la ciudadanía, una vez más, va a darles una sorpresa.
Sabemos que somos la gran mayoría de la ciudadanía; algunas veces somos trabajadores, a veces autónomos, a veces pequeños empresarios, funcionarios, parados o pensionistas, a veces todo esto en un breve lapso de tiempo.
Y como siempre sus leyes están pensadas para explotarnos, dividirnos y enfrentarnos, cuando en realidad somos los mismos y tenemos grandes capacidades para crear, en colaboración, las condiciones para generar trabajo y una vida que valga la pena ser vivida.
Nosotros, los ciudadanos, tenemos sobradas competencias e influencia como actores económicos para exigir y conseguir una economía al servicio de las personas.
En la Red Ciudadana Partido X, planteamos un equilibrio entre las capacidades y aspiraciones individuales y la preservación de los bienes comunes, con un Estado bajo control ciudadano como facilitador garante y no como competidor, usurero y depredador.